Es posible que a menudo te preguntes qué estás haciendo con tu empresa y si no sería más cómodo trabajar con un horario estable, un sueldo fijo y un mes de vacaciones, como cualquier otra hija de vecina.
Cada año, cuando se acerca el verano y los horarios interminables se hacen más pesados, a mi me da por ponerme filosófica y replanteármelo todo.
¿Te haces tú alguna de estas preguntas?
- ¿Estoy donde quiero estar?
- ¿Voy por el buen camino?
- ¿Todo este esfuerzo vale la pena?
- ¿Tengo que introducir cambios en septiembre?
Y es que tengo la mala costumbre de aprovechar los días de vacaciones para contestarme a todo esto y mucho más: revisar, evaluar, planificar, soñar…
¿Sabes hacia dónde vas?
¿Te sientes identificada si te digo que tus resultados no son los que tú esperas, aunque crees que haces un montón de cosas para conseguir más clientes o mejorar tus ventas?
¿O simplemente tu situación es un callejón sin salida porque no sabes ni por dónde empezar, tus recursos son limitados en dinero y tiempo, y no quieres quemar cartuchos?
Déjame decirte que la solución a este desgaste personal tiene un nombre: estrategia. Es decir, diseñar el camino más eficiente para avanzar desde el punto de origen hasta un objetivo concreto.
Ya sé que te da dolor de cabeza solo de pensar en esto: estrategia… ¡Qué pereza! Porque tú quieres pasar a la acción y recoger frutos. Pero lamento decirte que sin una buena estrategia empresarial de base, tu negocio no va a crecer ni va a ser sostenible.
El problema añadido es que “los secretos del marketing estratégico” han estado cerrados para nosotros, las pequeñas empresarias y autónomas, porque estaban en manos de grandes agencias que aplicaban precios de escándalo.
Ejercicio de reflexión estratégica
A las puertas del verano, te propongo un pequeño ritual para ayudarte a identificar cuál es el camino que has recorrido y vislumbrar hacia dónde te lleva…
Coge una cartulina grande y divídela en 4 columnas: dificultad, logro, futuro y recompensa.
DIFICULTAD
(ha consumido gran parte de tu energía)
Cuál ha sido la principal dificultad con que te has enfrentado en los últimos 6 meses
Puede tratarse de un reto creativo (lanzar un nuevo producto), organizativo (gestionar tu tiempo), económico (recuperar tu cuenta de resultados), etc.
LOGRO
(cuál ha sido tu principal logro, aunque llegar hasta él te haya desgastado)
También te ayudará en este ritual, responder a preguntas como estas: ¿qué hiciste para merecerlo?, ¿llegó casualmente?, ¿preparaste el terreno?, ¿lo buscaste activamente?, ¿lo celebraste (cómo)?, etc.
FUTURO
(qué ves en el horizonte…)
Cuál es el principal reto que tienes ahora por delante
Seguro que tienes aún algún objetivo que cumplir. Descríbelo y finalmente haz un esfuerzo por resumirlo en un eslogan corto y bonito: va a ser un faro para ti.
RECOMPENSA
(si lo consigues, qué va a aportar a tu “sueño profesional”)
Más allá de razones económicas, recuerda por qué haces las cosas, qué buscas, qué mantiene tu espíritu de lucha y superación.
Tal vez te haya sorprendido el enfoque de este ritual, que se parece más a un examen de conciencia que a un plan de negocio.
La verdad es que, aunque a menudo hablo de rendimiento económico y resultados, hay una energía vital que mueve nos mueve como emprendedoras y empresarias y no se puede descuidar: estoy hablando de los motivos profundos por los que estás aquí, luchando todos los días.
Tú sabes que no solo es por dinero (aunque lo necesitas). En el origen de tu aventura, había un sueño: conseguir un estilo de vida, aportar algo al mundo… No lo pierdas jamás de vista, cuídalo con empeño, porque si no mantienes y renuevas esta energía tu proyecto puede morir, por mucho que tu cuenta de resultados esté en positivo.
Ánimos y adelante: sé sincera contigo misma para permitirte rectificar y crecer.